Los germinados de rábanos son geniales porque tienen mucha vitamina C, lo que les da unas increíbles propiedades antioxidantes. De hecho, son tan buenos que se consideran un remedio natural contra el escorbuto.

Estos germinados ayudan a formar colágeno, crucial para el desarrollo de los nervios, tendones y articulaciones, y además facilitan la absorción del hierro, esencial para una buena cicatrización.

Son una bendición para el aparato digestivo, especialmente porque aumentan la flora bacteriana intestinal, perfectos si tu intestino no funciona del todo bien.

También neutralizan otras bacterias dañinas que pueden causar gases y pesadez intestinal. Son muy útiles si sufres de estreñimiento crónico, colitis o diarrea.

Además, estimulan la producción de bilis, lo que ayuda a la digestión y refuerza el hígado.

Gracias a su alto contenido en fibras, bajo nivel de calorías y riqueza en potasio, los germinados de rábanos también son un excelente diurético, ayudando a eliminar líquidos del cuerpo.